lunes, 28 de julio de 2014

La nostalgia de Romero y sus escribas

Desperonización y reestatización en Salta. Caída en picada libre de afiliados al PJ. Dos títulos de dos notas escritas por dos delfines del procesado senador nacional Juan Carlos Romero, en el boletín de malinformación política que edita a diario bajo el nombre de El Tribuno.



En el primero el esbirro Chocobar habla de crisis en la sucesión de poder y entre un aire de melancolía y exclamaciones de deseo del patrón, se refiere a las estatizaciones de servicios públicos que en Salta fueron “privatizados” por el exgobernador.
En esta andanza Chocobar pone frases en boca de cualquiera sin nombrarlo y lo hace decir que “Si querés gobernar el año que viene tenés que cuidar la caja y vemos que esto no está pasando en la provincia. Esa es una mala señal”.
Y dando vueltas va llegando al asunto: “Pocas cosas han quedado por reestatizar en la provincia: salud, juegos de azar, transporte, turismo, rutas, agua. En todas ellas el Estado salteño se hizo cargo disponiendo fuertes sumas de dinero. Y la caja es cada vez más chica”.
En realidad es el propio Romero el que habla y Chocobar, obediente, presta la firma, solo para hablar de caja, que es lo que les importa, la caja con la que compraron La Ciénaga, la caja de donde salían los fondos para pagar el helicóptero de la provincia para irse de juerga con amigos, la caja que llevó a Romero a ser sospechoso en cuanto negociado haya en la provincia.
La caja, esa que extrañan y por la que quieren volver, es con la que hicieron negocios con la salud de los salteños, privatizaron el juego de azar y la dejaron en manos amigas, y entregaron el manejo del agua de los salteños en manos, también, amigas, por no decir propias.
Hablar del transporte en ese mismo párrafo es un intento de desinformar, más, porque no se estatizó, se recuperó un servicio, el del Tren a las Nubes, y se estableció un sistema de boleto gratuito para estudiantes y jubilados en toda la provincia, pero lo que a ellos les importa es el costo, jamás el beneficio, porque en el costo prefirieron hacer un estadio en un lugar donde a 10 cuadras los salteños se inundaban hasta le pecho, pero el estadio era vistoso, caro y reportaba beneficios, los pobres con el agua hasta el pecho son eso, pero hoy esos pobre no se inundan más, porque las obras importantes se miden por el resultado.
Dicen que se reestatizan las rutas, pero no cuentan que el trecho de Salta a la rotonda de Güemes estaba cuanto menos descuidado, además que ya era peligrosa, y que también era de una empresa amiga, o fantasma propia, para decirlo con mayor claridad.
Después aparece el otro esbirro, más viejo, más desgastado de Pereyra que ensaya una crítica a la merma de afiliados al PJ, porque en su razonamiento la única construcción política posible es a través de un partido, porque el modelo de conducción que conoce Romero y que plasma a través de la firma de Pereyra es el del látigo, el de la sumisión y sólo lo pudo ejecutar controlando al partido y con él a los intendentes.
Pero en ese control que ejercía sobre los intendentes del PJ era el de usarlos para limpiar los baños, y para recompensarlos con migajas de tanto en tanto, a los no alineados, ni justicia.
Lo que no entendieron, tampoco pueden entenderlo, es que cuando Juan Manuel Urtubey, en el 2007 dijo que Salta nos convoca a todos, nos necesita a todos, fue literal, y en ese todos no se puede hacer una conducción miope desde un sector y desplazando al resto, los que lo entendieron se sumaron, los otros, prefirieron quedarse en sus trincheras políticas y no aportar ni con críticas.
Lo que no dice el esbrirro escribiente es que cuando Romero gobernaba, a todos los empleados públicos se les descontaba, de prepo, parte de sus sueldos como aportes al PJ. Hoy aporta y se afilia el que quiere, no obligado por la dedocracia ejercida durante 12 años.
Alguno dirá que sin embargo Urtubey es presidente del PJ en Salta y forma parte de la conducción del PJ nacional, pero él conduce desde el peronismo pero con la compañía de todos los sectores, porque no es un mero conductor, sino que es un constructor y lo que importa no es la cantidad de afiliados de un partido, sino el resultado de la construcción y conducción en beneficios, principalmente, para  los sectores históricamente desprotegidos, desplazados y que hoy están recuperando sus derechos.

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